lunes, 21 de julio de 2014

Prueba y ensayo

Tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre

repetido tantas veces que deja de tener sentido

tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre
tu nombre

Ya no significas nada.

martes, 11 de marzo de 2014

Manual del vacío

Introduzca el dedo índice en la cavidad protectora hasta rozar con su yema el exterior resbaladizo y gelatinoso del objeto a herir. Coloque el dedo en posición perpendicular al objeto y manténgalo lo más recto posible, para conseguir una perforación óptima.
Sienta el calor autárquico y las pulsaciones ignorantes. Memorice el compás del objeto y sígalo con su dedo. Una vez que su índice haya mimetizado el movimiento, aprovéchelo para presionar con toda su fuerza, de manera que quiebre la superficie semiesférica con sencillez.
Investigue con la punta del dedo el interior del objeto y realice movimientos circulares para ampliar el agujero recién construido. Una vez que haya amoldado la medida del orificio a la de su dedo, clave éste en el objeto ayudándose de movimientos secos, intensos y breves (para un efecto aún más satisfactorio, segregue palabras punzantes al tiempo que ejerce los movimientos).

Observe el gesto y aguarde la deformación muscular, y sólo (esto es importante) sólo cuando el grito se abra paso, penetre y arranque.

viernes, 24 de enero de 2014

Te recuerdo.

Como recuerdo el olor del mar en mi cuerpo bañado por el sol un día de agosto. Como recuerdo el número de pasos que hay hasta tu puerta. Como recuerdo la lluvia mojando mi pelo, que hacía que se pegara a mi cara como si el agua lo fundiera con la piel.

Mi mente se empeña en olvidar el presente y obviar el futuro, quedándose a vivir en las imágenes punzantes que alimentan la agonía de vivir de lo vivido para no afrontar a mi nuevo yo, que se actualiza cada segundo.

Mi pasado es tu caricia habladora, y mi futuro es tu ausencia. Llegado este punto, comprendo que ahora no tengo presente, que es una mezcla del fue y del será, que no puedo caminar hacia delante, porque el tiempo es una cinta andadora que produce movimiento, pero permanece estática.

La única salida es cerrar los ojos y abstraerme indefinidamente, para dejar que el tiempo se recupere de su revolucionario estado vegetativo y me agarre del brazo para presentarme amablemente a mi futuro, que no te conoce, y en un ejercicio de inventar paradojas, olvidar el recuerdo, tu recuerdo.