viernes, 27 de septiembre de 2013

Durante la tediosa pesadez de la nada ocurren diversas visiones que se observan desde la lejanía interior del yo automatizado. Una de ellas consiste en mares cerrados que gotean sin hacer ruido y lo cubren todo de espuma, opacando cualquier atisbo de elemento cristalino. Son mares angustiosos, con un horizonte vertiginoso y vacío, cuyas aguas te absorben al tocarte, transformándote en ansiosas olas que nunca terminan de romper, dejándote junto a una orilla inalcanzable.

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