miércoles, 7 de noviembre de 2012

(...) Leonard Cohen, el poeta, vivía al otro lado del pasillo. Pensé que podía ser bonito que conociera a Edie. Estaba metido en el rollo del incienso y las velas, y leía muchos libros de la librería esotérica de la calle Veintitrés para aprender cómo colocar las velas según el concepto místico de los budistas. Quemaba toneladas de incienso. A los del hotel Chelsea no les hacía mucha gracia. Siempre estaban intentando echarle. Quemaba algo que hacía muchísimo humo y como el vestíbulo se llenaba de humo, tenían que estar llamando continuamente a los bomberos.
Lo llevé a que conociera a Edie. Zoë, la amiga de Edie, se había quedado dormida en el suelo. Se le había pasado el efecto de las anfetas y se había caído sobre un tubo de pegamento que se reventó (...) Edie estaba hablando por teléfono. Tenía un gato con ella. Era hijo del gato de Bob Dylan y su nombre era Smoke. Llevé a Leonard Cohen a ese rollo. Lo que más le interesó fueron las velas que Edie tenía alineadas en la repisa de la chimenea. En cuanto las vio empezó a preocuparse. Me dijo: "No sé si debo decírselo o no, pero esas velas están colocadas de una forma que desprenden un influjo maligno. Fuego y destrucción. No tendría que tontear con estas cosas porque tienen mucha importancia." Era todo muy complejo. Tenía que ser alguien muy metido en el arreglo de velas y en las velas de vudú haitianas para saberlo. Pero cuando Leonard se lo dijo a Edie, ella contestó que era una estupidez y que sólo eran velas. ¿Es irónico, verdad? O sea, su vida estaba llena de advertencias. Muy poco tiempo después, su habitación se incendió y el gato desapareció.


Danny Fields en Edie, biografía de Edie Sedgwick escrita por Jean Stein y George Plimpton.

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