miércoles, 13 de junio de 2012


Ser pianista con las letras.
Magnificar un detalle.
Jugar a ser Dios, a ser madre y a ser destino.
Amar personas que no existen.


Olvidarse de uno mismo.

La adrenalina del folio en blanco.
El aroma de la tinta analógica.
La excavación de un recuerdo, su adaptación.
Los verbos propios,  los nombres comunes.
La sonrisa de la complejidad.
La construcción invisible pero sólida.
Los brincos internos.
La pasión de las horas veloces.
La abstinencia del oficio.



La felicidad. La plenitud. La escritura.

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