lunes, 25 de junio de 2012

El caos en Cannes 1968


Godard pierde sus gafas. A su lado, Truffaut se resbala y cae. Más atrás, Jean-Pierre Leáud mira la escena.

Foto impagable hecha durante el estreno en Cannes de Peppermint Frappé, de Carlos Saura. El mismo Saura, su actriz, Geraldine Chaplin y el resto de directores y actores que se ven en la foto se agarraron al telón para impedir que se abriera y se proyectara la película, como muestra de apoyo a las protestas del movimiento de mayo del 68 que querían boicotear el festival, (movimiento que casualmente surgió por el despido de Henri Langlois, hasta entonces director de la Cinémathèque, por parte del ministro de cultura del gobierno de De Gaulle, André Malraux. Langlois contó con el apoyo de la mayoría de los protagonistas de esta imagen).



lunes, 18 de junio de 2012

Resulta curiosa la capacidad y la voluntad de transformarse en cuerda. Para ello es necesario, primero, haber experimentado demoliciones internas y posteriores auto-reconstrucciones, o lo que es lo mismo, haber sido portador de mucha agua salada y tener los brazos acostumbrados a sujetarse a otras cuerdas; y segundo,  poseer una base sólida, puesto que se han de soportar diferentes pesos, dependiendo de la mano que se sujete y de la cantidad de agua salada que lleve consigo.
Las funciones de la cuerda son dos: servir de sujeción para evitar la caída de la persona en reconstrucción, y balancearla con el fin de ir vertiendo poco a poco el agua salada que no permite el ascenso y emborrona la visión de la realidad.

Como digo, es curiosa la querencia por ser cuerda. Puede que sea por la sensación de salvar, por pura empatía, por ayudar a alguien a completarse a si mismo y ver el resultado, o simplemente por la curiosidad de ver la cara de quien se sujetaba cuando ha logrado ascender.


Todo este despliegue de ayuda a la reconstrucción sirve también (y sobre todo) a manos desconocidas aunque percibidas muy levemente, y su finalidad es la sonrisa no vista pero sí sentida. Y eso es todo lo que necesita la cuerda.


Podrían hacerse muchas cosas para proponerse como soporte, podría intentarlo hasta yo, pero lo único que sé hacer es escribir, así que aquí estoy, hablando sobre cuerdas para decirte lo que ya sabes de la manera más redundante que he encontrado.

miércoles, 13 de junio de 2012


Ser pianista con las letras.
Magnificar un detalle.
Jugar a ser Dios, a ser madre y a ser destino.
Amar personas que no existen.


Olvidarse de uno mismo.

La adrenalina del folio en blanco.
El aroma de la tinta analógica.
La excavación de un recuerdo, su adaptación.
Los verbos propios,  los nombres comunes.
La sonrisa de la complejidad.
La construcción invisible pero sólida.
Los brincos internos.
La pasión de las horas veloces.
La abstinencia del oficio.



La felicidad. La plenitud. La escritura.

sábado, 9 de junio de 2012

El elemento subjetivo

La felicidad consta de cuatro elementos, a saber: tinta, papel, ojos y el elemento subjetivo.

El elemento subjetivo es diferente según la persona o combinación de personas. Además, este elemento subjetivo puede ser variable, sumarse a otro ajeno o sustituir otro de los elementos establecidos. De esta manera, una espalda puede hacer las veces del receptor de la tinta (papel) e incluso estimular a los ojos con la visión de las letras sobre piel caliente y palpitante.
En otras ocasiones, el elemento subjetivo resulta ser un dedo, recipiente de una tinta invisible que, en una combinación de personas (y de casualidades deseadas pero casi inexistentes) que posean el elemento-dedo y el elemento-espalda puede dar lugar a una felicidad plena, puesto que aúna lo sensorial con lo emocional.
Hay quien tiene la suerte de que su elemento subjetivo coincida con los ojos. Los ojos de estas personas son lectores, escritores y receptores, o lo que es lo mismo, tinta, papel y ojos en un rasgo par. Cuando te miran, te ven, y resulta imposible escapar de sus letras circulares.

Por último hay gente, muy poca, los más afortunados, que no poseen ninguno de estos elementos de los que consta la felicidad. No los tienen, porque lo son. Son tinta, porque marcan; son papel, porque acogen; son ojos, porque iluminan. Estos individuos casi en extinción son, aunque no sean conscientes de ello y malvivan social y psicológicamente, proveedores de felicidad, puesto que son elemento subjetivo en si mismos.

viernes, 1 de junio de 2012

On/Off

On/Off o Realidad vs. Ficción.

Hay una línea casi invisible que separa el on del off. Muchas veces el interruptor está flojo y cambia de estado sin avisar. Confundimos nuestro mundo interior con el mundo que nos muestra una pantalla iluminada (cuyo tamaño varía dependiendo del soporte) y nos encariñamos con lo que creemos que son personas pero que en última instancia son unas letras junto a un avatar manipulado.

El problema viene cuando queremos que el on (en su totalidad o una parte de él) se transforme en off. Lo que resulta de ello es una realidad postiza y a todas luces insatisfactoria, porque no hay que olvidar que en el on somos pequeños dioses con un control absoluto, pero al mutarlo en off los elementos de la ficción se comportan con autonomía, porque ya no vivimos a través de máquinas perfectas, sino que convivimos con personas imperfectas.

A pesar de todo, a mí la ficción me ha parecido siempre más bonita, y aunque naturalizar lo desnaturalizado puede ser peligroso, no puedo evitar llevar un tiempo intentando reunir valor para transformar en off un elemento muy concreto de mi on.