miércoles, 28 de diciembre de 2011

La vocación

Volver a casa de mis padres es volver a una cápsula del tiempo que guarda mi vida desde mi nacimiento hasta los 18 años, más o menos. Esa cápsula está compuesta de recuerdos en todos los formatos, y uno de ellos, puede que de los más importantes, es en forma de libros, ya que yo fui una niña que devoraba historias. Uno de esos libros lo he rescatado hace unos días, se llama Pegando brincos por ahí, de Mercè Company. Me lo regalaron por mi octavo cumpleaños y se convirtió en mi libro favorito. Releyéndolo me ha sorprendido mucho este fragmento:

Después de esforzarme mucho, mucho, al fin logro descubrir lo que me gusta más que nada, lo que me hace más feliz, lo que haría todo el día si los papás y las monjas me dejasen: soñar, leer y ver películas.
Porque me paso horas y horas imaginando historias, leyéndolas en los libros, viéndolas en las películas y escribiéndolas en mis libretas. ¡Eso es fantástico! Cuando me gusta mucho una película, quito al protagonista y me pongo yo y, ¡hale!, a disfrutar. Tan pronto soy el indio salvaje y ato al pobre blanco (que siempre tiene el rostro de sor Juanita, que me tiene mucha manía) en el palo de los tormentos, como me subo en un globo al lado del capitán Trueno (uno de mis héroes).
Pero de pronto caigo en la cuenta de que nada de eso es un trabajo y de que nadie me pagará ni un real por contar mis sueños y mis historias (...).

Al final mi libro favorito de la infancia me influyó más de lo que yo pensaba, y he llegado a tener un gran paralelismo con su protagonista: una niña que busca su vocación sin darse cuenta de que es lo que ha estado haciendo siempre: escribir.

martes, 13 de diciembre de 2011








¿Por qué no se hace esto en España?
Mi madre es maestra y siempre me ha inculcado el valor de aprender e interesarme por la cultura. La cultura te hace independiente, te hace ser quien tú quieres ser, no quien X quiera que seas, porque conoces las opciones y puedes elegir.
La falta de respeto y la subestimación actual a los maestros y profesores está creando robots fáciles de programar, y esto es muy peligroso.
La enseñanza, el aprendizaje, te rescata de la masa para hacerte una persona.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Empezó a sentirse tan pequeña que una mañana despertó siendo un organismo unicelular.

- Mejor - pensó - Así podré colarme en sus ojos.

Y lo hizo. Vaya si lo hizo.

Pero aunque se colara en sus ojos, aunque recorriera cada pestaña y anidara en su lagrimal, seguía siendo invisible, o, como mucho, una conjuntivitis molesta.

martes, 29 de noviembre de 2011

Melancholia - Lars von Trier -



Melancolía:
1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
2. med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.


Tras años de depresión profunda y alcoholismo, Lars von Trier se decidió a materializar el pozo negro en el que se encontraba, y el resultado fue Melancholia. La película está dividida en dos partes o capítulos, cada uno con el nombre de cada una de las dos hermanas protagonistas: Justine (Kirsten Dunst) y Claire (Charlotte Gainsbourg). Pero hay que advertir que ambos capítulos son simétricos, y cuentan la misma historia, que va de lo particular a lo general.

La protagonista es la melancolía, esa tristeza extrema, la caída en picado de la vida y la desaparición de cualquier ápice de luz. Esta protagonista va apareciendo progresivamente, dando avisos de su visita, y dejando constancia de la inevitabilidad de su llegada. Todo el mundo es testigo de ella, y nadie puede hacer nada por evitarlo. La melancolía llega finalmente y arrasa con todo, dejando tras de sí un rastro  angustioso de soledad, porque la soledad y el vacío son los posos que deja la tristeza crónica.

En el primer capítulo la melancolía acecha y finalmente destroza a Justine. Se nos enseña la recaída progresiva (aunque el espacio temporal es de una noche) de Justine en la depresión. No puede hacer nada por evitarlo, y termina alejando a todo ser querido, lanzándose a un agujero negro que culmina al inicio del segundo capítulo, en el que Justine le pasa el testigo a la Tierra, que, al igual que ella anteriormente, se ve amenazada por Melancolía, un planeta que se escondía detrás del Sol (luz, metáfora de la felicidad) y que comienza a moverse entrando en la órbita de nuestro planeta, advirtiendo un choque inexorable que dejará un vacío en el universo imposible de reemplazar:

"Estamos solos" dice Justine. Los humanos estamos solos y vamos a morir de tristeza, nos explica Lars von Trier.
Una historia sobre la tristeza y la soledad que se ve nivelada por la belleza de unas imágenes que hacen de Melancholía una de las mejores películas del director danés.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El origen platónico del amor

El Banquete o El Simposio es un diálogo platónico que versa sobre el amor. En él, diversos personajes se reúnen para hablar sobre este tema, y cuando le toca el turno a Aristófanes, éste explica el mito sobre el origen del amor. Es el siguiente:

Hace mucho tiempo la Tierra estaba habitada por personas esféricas con dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos, y existían tres sexos: el masculino, descendiente del sol; el femenino, descendiente de la tierra; y el andrógino (parte masculino y parte femenino), descendiente de la luna.

Tenían cuerpos vigorosos y robustos, y su arrogancia les llevó a sublevarse contra los dioses, así que escalaron al cielo y combatieron contra ellos.
Zeus y los demás dioses trataron de arreglar la situación, pero no querían matarlos como habían hecho con los gigantes, ya que los humanos les rendían tributos, así que decidieron castigarles.
Zeus pensó que lo mejor sería disminuir sus fuerzas, así que los separarían en dos, para que anduvieran sobre dos piernas, pero con la condición de que si volvían a ofender a los dioses tendrían que ser partidos de nuevo y ser obligados a andar sobre un solo pie. Zeus mandó a Apolo para que les curara sus heridas y les colocara el rostro en el lado de la separación, para que así no olvidaran su castigo. Apolo reunió los cortes de la piel y los cosió sobre el vientre, formando el ombligo.

Desde la separación, cada mitad humana vive anhelando la unión con su mitad perdida, haciendo el amor como única manera de volver a ser uno, una vez que se han encontrado.






domingo, 13 de noviembre de 2011

- El cine es otra cosa. Una aventura diferente. La más hermosa de todas. El cine cimenta la memoria de los hombres; la televisión sólo fabrica olvido. Todo el que trabaja para el cine está convencido de que está haciendo la mejor película del mundo. Y eso tiene un nombre. Se llama amor.



Saga, Tonino Benacquista




Podría extraer mil fragmentos de este libro,  con el que me identifico en tantas cosas.

jueves, 3 de noviembre de 2011

lunes, 31 de octubre de 2011

Un regalo de cumpleaños

Siempre me resultó divertido que tu cumpleaños fuera el 31 de octubre, eso te hacía más especial de lo que ya eras.
Cuando iba a verte para la celebración, subía sin esfuerzo los cuatro pisos sin ascensor, te dedicaba un fugaz "felicidades" y me concentraba en los pasteles que habías comprado para nosotros y que a ti te encantaban, porque siempre fuiste un goloso.
Cada año me sorprendía de lo poco envejecido que estabas, de tus inexistentes canas y tus invisibles arrugas, y siempre quería ser como tú de mayor, para permanecer siempre joven.
Pero un verano te mudaste de sitio, y desde entonces no he vuelto a visitarte, ni a felicitarte, porque no me atrevo, porque sé que tu hueco no se ha cerrado.
No obstante, la próxima vez que me visites a tu modo, el onírico, te abrazaré, te daré los pasteles que he comprado para ti y celebraremos tu cumpleaños.



Te lo prometo.








Donde estés, Feliz Cumpleaños.

sábado, 15 de octubre de 2011





- ¿Sabe qué es lo que transforma la noche en luz?
- La poesía.










Alphaville, Jean-Luc Godard

martes, 27 de septiembre de 2011

El despertador de Gustavo Gutiérrez iniciaba su pitido diario a las siete horas, cero segundos, exactamente. A las siete y cinco minutos calentaba el café en el microondas, dos minutos cero-cero, más una cucharada rasa de azúcar. Dedicaba veinte minutos a su aseo matutino: diez de ducha y diez de afeitado (doce en caso de corte). A las ocho en punto cerraba con llave la puerta de su casa y llegaba a su oficina con los cinco minutos de antelación suficientes para leer los titulares del periódico, sentado frente a una pantalla de ordenador, un calendario promocional de una imprenta, un bote con tres bolígrafos (rojo, azul y negro) y la fotografía enmarcada de una planta, los únicos seres vivos con los que se sentía cómodo.
A las catorce horas, cero segundos, Gustavo Gutiérrez dejaba su puesto de trabajo y comía en el restaurante que había doblando la esquina. Menú del día, quince euros, más un licor de hierbas para la digestión, cortesía de la casa. Dos horas después de su ausencia, volvía a la oficina, donde trabajaba hasta las cinco y treinta minutos. Tras media hora llegaba a su casa, y allí alternaba sus aficiones en función del sentido utilizado: una hora de lectura, una hora de música y una hora de televisión. Al mismo tiempo que comenzaba la sintonía de las noticias, calentaba su cena en el microondas, cinco minutos cuarenta segundos. Mientras hacía la digestión, colocaba cuidadosamente y en orden, la ropa que llevaría al día siguiente, y por último, deshacía la cama de forma metódica y se metía en ella a las once horas cero segundos, conciliando el sueño a las once horas quince minutos (fase REM: cero horas, cinco minutos).

Pero una mañana no muy diferente de las demás, el camión de agua terminaba de limpiar las calles, la churrería daba de desayunar a sus primeros clientes, el perro del elegante balcón de enfrente comenzaba a ladrar y el despertador de Gustavo Gutiérrez, una máquina perfecta creada por manos imperfectas, retrasó su pitido de alarma. El despertador de Gustavo Gutiérrez no sonó a las siete horas, cero segundos, sino a las siete horas, tres minutos.

Aquella mañana, la vida de Gustavo Gutiérrez había cambiado para siempre.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Lo cotidiano

Mientras andaba por la calle, por ejemplo, esta mañana, me he fijado en una pareja de ancianos; paseaban con las prisas del que sabe que ya lo ha hecho todo. Él empujaba la silla de ruedas en la que iba ella, sentada y enferma.
De repente, el anciano se para y se pone frente a ella. Ella no puede mirarle a los ojos, porque su enfermedad le impide mover el cuello, pero él la mira, la ve no como está ahora, sino como ella ha sido siempre, y el anciano le acaricia la cara con ternura.

Entonces yo me doy cuenta de que hay esperanza, de que, aunque a veces parezca que no, todavía hay cosas que son de verdad.

martes, 13 de septiembre de 2011

Super 8 - J.J. Abrams -






Se han dicho muchas cosas sobre Super 8: que intenta ser ochentera sin conseguirlo, que es mala, que es buena, que no da lo que promete, que sí lo da... Todo esto se debe a que Super 8 es una película llena de contrastes, tanto dentro (la inocencia y el espíritu de las películas de los 80 frente al despliegue de efectos especiales típico en J.J. Abrams) como fuera de ella (los espectadores o la aman o la odian).
Es cierto que en la película se aprecian dos partes bastante diferenciadas, siendo la primera más satisfactoria que la segunda, y es en esta primera parte, en el planteamiento, donde se encuentra la base de Super 8, la historia real, lo que de verdad nos cuentan: el amor por el cine.
Lo que destaca de Super 8, lo que la hace entrañable, lo que recoge mejor esa nostalgia de Los Goonies o ET que tanto se ve reflejada, es la película que rueda el grupo de niños protagonistas. Esa es la verdadera historia, el alma de Super 8. Esa ilusión, esa falta de medios salvada por el talento, esa inocencia, esa vocación, es lo que relamente importa, es el homenaje real. Porque las películas a las que remite eran así: primerizas, con medios limitados, artesanales, que a pesar de su aparente inverosimilitud respiraban verdad y pasión. En Super 8 se nos hace un regalo y se nos muestra el corazón del oficio de cineasta, sin artificios, sin adornos, totalmente desnudo. El afán de hacer cine por hacer cine, sea como sea, teniendo como únicas herramientas el talento y el deseo de materializar fantasías.
Porque en realidad, el cine lo hacen niños con ganas de contar historias, de contar lo que pasa alrededor, con ganas de mostrar a los demás lo que ellos ven y el resto no son capaces de darse cuenta.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Lleva las medias flojas por los tobillos. Me molesta eso: tan sin gusto. Esa etérea gente literaria son todos. Soñadores, nubosos, simbolistas. Estetas es lo que son. No me sorprendería que fuera esa clase de comida de ahí lo que produce como ondas del cerebro lo poético. Por ejemplo a uno de esos policías sudando por la camisa estofado irlandés no se le podría exprimir ni un verso. No saben ni qué es poesía. Hay que estar en cierto estado de ánimo.




Ulises, James Joyce

viernes, 26 de agosto de 2011

Descripción de un proceso de desgarro y pérdida múltiple

A: Te quiero
O: Y yo
O: pero nosotros no podemos ser
A: ¿por qué no?
O: porque el pasado me ha secuestrado la voluntad
A: paga el rescate
O: el banco ha congelado todas mis cuentas
A: yo tengo dinero ahorrado
O: no quiero hacerte eso, no te lo mereces
O: es mejor que me vaya para que no sufras
A: ya es demasiado tarde
O: no quise hacerlo, te mereces a alguien mejor que yo, me olvidarás y serás feliz, ya lo verás, yo no soy lo que buscas
A: por primera vez en tu vida suenas típico
A: si te encontré fue porque era lo que buscabas, si permanecí contigo fue porque sabía que te merecía, y junto a ti era feliz. No voy a lograr borrar el recuerdo que has escrito en mí.
O: me marcho
O: por cierto, en un descuido me he apropiado de tus emociones y he colocado un placebo en su lugar. Te darás cuenta pasados unos meses, cuando intentes volver a amar y no lo logres. Y también le he pedido al miedo que cuide de ti en mi ausencia
O: todo irá bien, no te preocupes
O: te quiero
A: (…)

sábado, 30 de julio de 2011

Al mar

Te conocí cuando la razón aún vagaba por los agujeros negros de la inocencia. Fue entonces cuando comencé a amarte.

Los años que siguieron a nuestro primer encuentro me brindaron la posibilidad de conocer todos tus entresijos, pero los paréntesis del despojo de todo lo inmaculado me alejó de tu vacía silueta.

Tiempo después, el cemento fresco de mis reconstrucciones me devolvió al cálido hogar que acoge tu esencia. Me recibiste como se reciben los primeros días de una estación anhelada.
Tímidamente fui tanteando tu interior, y tu calidez me fue envolviendo.
Acariciaste mi piel, dejando tus restos para poder recordarte en la ausencia de tu tacto. Balanceaste mi cuerpo mientras me susurrabas los años vacíos sin contener mi presencia, y yo cerré los ojos y me dejé llevar por tu baile.
Tras el intenso reencuentro, permití que la humedad que dejaste reposada en mis células melancólicas se filtrase por ellas, y, al evaporarse, los posos de tu aroma se quedaron a vivir en mis rincones. 








[el mar...]

viernes, 22 de julio de 2011

Pósese justo frente a la persona que se quiere amar. Mírela a los ojos, sonría delicadamente, no exagere. Haga lento el abrir y cerrar de ojos: baje lentamente los párpados, súbalos de igual forma. Así durante todo el procedimiento. Tome lentamente su cara y acérquela a la propia; inmediatamente verá la fusión de labios. Con suavidad, abra la boca y mezcle las lenguas, manteniendo las manos sobre la cara. Luego de algunos segundos sentirá una reacción química que liberará energía calórica, pero no se precipite, prosiga con las instrucciones. Tranquilamente aparte las manos de la cara del ser amado, deslizándolas suavemente por los hombros hacia abajo, hasta llegar a la espalda. Abrazar fuerte. Continúe con los procedimientos anteriores, verá que no experimentará ninguna dificultad para realizar estos pasos al mismo tiempo. Relaje las piernas y los brazos, sosténgase de pie sobre la persona que se quiere amar, verá que es el mejor soporte posible. Apague o disminuya la luz, el ambiente será más tranquilo. Aproxímese a una cama, preferentemente hecha sólo de sábanas. No se preocupe por las almohadas, sus propios torsos cumplirán esa función perfectamente. No se apresure, póngase, despacio, en posición horizontal, guíe al amado a ponerse en la misma posición, de manera que los dos queden acostados y de costado, mirándose una vez más. No deje nunca de abrazar. En silencio, recuéstese sobre el torso ajeno y déjese reposar un buen rato. La oscuridad le dará una sensación muy pacífica de la realidad y limitando la visión y el oído, podrá disfrutar de los sentidos que suelen dejarse relegados: el tacto, el olor, el gusto. Mantenga el abrazo, pero no se quede dormido, el sueño bien podrá experimentarse despierto. Admirar todo lo que guste, deleitarse con las más inocentes excusas, detener el tiempo mientras se ve a la persona amada hacer algo tan simple como hablar, fruncir el ceño o jugar infantil y tiernamente con un peluche. Agregue dulzura a gusto. Añada sonrisas, payasadas y bromas (las lágrimas no hacen mal si están medidas en proporción y están bien batidas con amor), regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas. Pueden ser valorados más que una joya.Consejo: las caricias y besos extras a lo largo de todo el procedimiento producirá un mejor efecto y mejor resultado. No olvide las miradasSecreto: Esta receta es especial para noches de lluvia; el sonido de las gotas rompiendo el silencio conforma una atmósfera imperdible.
Instrucciones para amar, Julio Cortázar.

lunes, 11 de julio de 2011

Microletras

La carcajada que soltó hizo vibrar las copas de fino cristal que tan cuidadosamente habían sido colocadas.
La audiencia allí congregada desvió su mirada hacia la muchacha, preguntándose todos con una simultaneidad casi ensayada si aquella estrepitosa risa había sido fruto de un chiste bien contado, o del nerviosismo que le producía aquel extraño que sostenía una pistola y se había colocado detrás de ella.

miércoles, 6 de julio de 2011

El lector como animal en peligro de extinción

(...) Sólo resta mencionar una predicción que mi Bombero Jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillas ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al queroseno o persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará? (...) Pero el Bombero Jefe en la mitad de la novela lo explica todo, y predice los anuncios televisivos de un minuto, con tres imágenes por segundo, un bombardeo sin tregua. Escúchenlo, comprendan lo que quiere decir, y entonces vayan a sentarse con su hijo, abran un libro y vuelvan la página.


Ray Bradbury, a propósito de su libro Fahrenheit 451

martes, 28 de junio de 2011

Teóricamente

Hagamos un pacto en el que en teoría tú me vas a querer y en teoría yo dejaré que me quieras. En teoría me serás fiel y en teoría mi mirada será unidireccional. En teoría me abrazarás todas las noches, y a cambio, en teoría, te haré el amor. En teoría nos iremos a vivir juntos, y en teoría todos los viernes veremos una película subtitulada. En teoría te molestará mi desorden y en teoría se te olvidará cuando cocine pasta. En teoría escucharé embelesada tus lecciones musicales, y en teoría mi verborrea cinematográfica te parecerá adorable. En teoría discutiremos dos veces al mes, pero nos reconciliaremos diez, en teoría. En teoría beberemos sol y agua salada siempre que podamos, y en teoría me dormiré mientras conduces, porque los viajes largos me dan sueño. En teoría nos recomendaremos libros de manera enfermiza, y los leeremos en silencio y en contacto. En teoría escucharemos vinilos a deshoras, porque es cuando mejor suenan, a pesar de lo que digan los vecinos. En teoría absorberemos arte, porque el arte será la base de nuestra complicidad. En teoría te reirás de mi ausencia de orientación, y en teoría yo me burlaré de tu incapacidad para llegar pronto. En teoría tendremos paciencia el uno con el otro, por lo que en teoría nos convertiremos en un largo plazo.


En teoría seremos felices, porque en la teoría todo funciona: los consejos, los planes,el comunismo, este texto.

jueves, 23 de junio de 2011

Verano

Frutales
cargados.
Dorados
trigales...

Cristales
ahumados.
Quemados
jarales...

Umbría
sequía,
solano...

Paleta
completa:
verano.





(Manuel Machado)

martes, 14 de junio de 2011

Una pequeña reflexión sobre la comedia

El personaje de Alan Alda en "Delitos y faltas", de Woody Allen, decía que la comedia es igual a tragedia más tiempo. Esto es, la combinación de una desgracia que le ocurre a alguien con el tiempo o la distancia que como espectadores poseemos y nos da la seguridad de saber que no nos afecta.

La tragedia, lo que le sucede a un personaje, es una situación, y por tanto, cabe afirmar que la comedia no significa necesariamente diálogos graciosos, como mucha gente piensa, o como estamos acostumbrados a ver en series y películas calificadas de este género. En realidad, la comedia nace del sufrimiento del personaje (y si no, véase el tan manido gag del tartazo en la cara o del resbalón por cáscara de plátano).
El origen de la comedia lo encontramos en Buster Keaton y Chaplin, artesanos del gag y pertenecientes al cine mudo, lo que confirma lo prescindible de los diálogos. Bien es cierto que con Ernst Lubitsch o con Billy Wilder el diálogo de comedia cobra protagonismo, pero siempre se encuentra bajo el mando de la situación, pues fuera de ésta, las palabras no tendrían sentido como chiste independiente. La historia que se cuenta, lo que ocurre, es lo que propicia la carcajada del espectador, y lo que se dice está al servicio de la trama que acontece.
Con Jacques Tati y Blake Edwards la comedia del cine sonoro se acerca más que nunca a Chaplin o Keaton, donde realizan películas con escasez de diálogos (sobre todo en el caso de Tati) y la composición del humor consiste casi al cien por cien en gags visuales.
Bien es cierto que, por ejemplo, las comedias de Woody Allen tienen su punto fuerte en los diálogos, pero no hay que olvidar que Woody Allen comenzó siendo monologuista, por lo que es lógico que en su caso los chistes de texto cobren protagonismo, aunque en películas como "Toma el dinero y corre" añade un fuerte componente de situación.

Si se cae en el error de poner el acento en lo que se dice y no en lo que ocurre, la risa será efímera. Alfred Hitchcock distinguía entre el suspense y la sorpresa de esta manera:
Supóngase usted, que los espectadores han visto, antes de que usted y yo nos sentáramos, que un terrorista ha colocado una bomba debajo de esta mesa. Mientras nosotros hablamos tranquilamente de fútbol, ellos estarán solamente pensando cuándo explorará la bomba.
El suspense es la sensación que tiene el espectador de que está en posesión de una información que el actor desconoce, de que algo va a pasar y está esperando que pase.
La sorpresa se daría si el espectador desconociera la existencia de la bomba y ésta de repente explotara, pero es el suspense lo que mantiene en vilo al espectador con una historia.


En el caso de la comedia, la situación sería el equivalente al suspense, y el diálogo a la sorpresa. El interés en una película de este género no puede mantenerse únicamente con diálogos graciosos, es necesario algo que enganche al público, algo que le haga mantenerse sentado durante aproximadamente unos 120 minutos, y que además, sea atemporal, que es lo que realmente distingue una buena película de una mala: que aguante el paso del tiempo. Pues bien, comedias como "Ser o no ser", "Mi tío" o "El Guateque" siguen haciendo reír ahora a pesar de todos los años que han pasado.

No hay que olvidar que el cine es imagen en movimiento, y si obviamos este detalle conceptual dando una importancia de primer orden al diálogo, lo único que obtendremos será una foto que nos habla, pero que no nos cuenta.

lunes, 30 de mayo de 2011

François Truffaut: ¿Está a favor de enseñar cine en las universidades?
Alfred Hitchcock: Sólo con la condición de que enseñen el cine desde Méliès y que los alumnos aprendan a hacer películas mudas, ya que ésta es la mejor manera de practicar. Hablar de cine, a menudo sirve simplemente para introducir el teatro en los estudios. El peligro es que la gente joven, e incluso los adultos, normalmente creen que uno puede convertirse en director sin saber cómo hacer un decorado, o cómo montar.

François Truffaut: En su opinión, ¿una película debería evocar la pintura, la literatura o la música?
Alfred Hitchcock: El principal objetivo es despertar las emociones del espectador y que esas emociones surjan de la manera en que la historia se va desarrollando, de la manera en que las secuencias se yuxtaponen. A veces, tengo la sensación de que soy un director de orquesta; el sonido de una trompeta corresponde a un primer plano y un plano general corresponde a una orquesta completa tocando un acompañamiento mudo. Otras veces, utilizando los colores y las luces de un bonito paisaje, me siento un pintor. Por otro lado, soy precavido con la literatura: un buen libro no significa necesariamente una buena película. 




Extracto de El cine según Hitchcock de François Truffaut

lunes, 23 de mayo de 2011

Despierto. Levanto la vista y observo que aún no ha amanecido.

- Esta noche parece haber dado un golpe de estado contra la luz -

Torpemente enciendo una vela, pues nunca me gustó la iluminación artificial de la bombilla (demasiado plástica). Converso con la llama de la vela: me dice que te echa de menos. Yo también.
Permanecer en mi habitación tras tu marcha supone una agonía: tu olor impregna cada rincón, y en las esquinas de mi cuerpo descubro caricias que ignoré por la intensidad de una concentración de terminaciones nerviosas enamoradas de un movimiento. Los minutos previos a que mi olfato se acostumbre y el sentido sea ignorado suponen la siembra del germen del odio entre mi pituitaria y yo.

Cuando logro obviar las mezclas que se introducían en mi nariz, el sonido extradiegético de tu voz comienza a rondar por mi cabeza. Me doy la vuelta para no escuchar el aire que se colaba por tus labios y se escondía en mis oídos y encuentro restos de tu visita.
Está claro que no puedo luchar contra tu sedimento, así que me rindo y me dejo invadir por la imagen de una noche parcial en la que fuimos un código binario (tú el uno, yo el cero), en la que la armonía monocromática de nuestros cuerpos hacía juego con la sangre que era bombeada a una velocidad anormal y en la que el choque de células mojadas provocó un seísmo envasado al vacío.

Descubro que el deseo tampoco puede dormir, y para no seguir atormentándome con el recuerdo a corto plazo de tu sensación, inicio un sucedáneo de tu presencia en el que mi mano juega a ser tú.
(Siento que mi gregarismo particularizado en ti me juega malas pasadas, y la frustración de su realización me conduce a la soledad)

La fuerza de mi aliento apaga la llama de la vela, pero ya no importa. Es de día.


[Pista número uno: no me gusta dormir sola]

viernes, 13 de mayo de 2011

Una frase rescatada inesperadamente

Y tú fumabas y yo temblaba sin que te dieras cuenta. Y una música encerrada le contaba nuestros secretos a una viñeta de Quino, testigo de un encuentro como otro cualquiera.

viernes, 29 de abril de 2011

miércoles, 27 de abril de 2011

1984, también conocido como 2011

Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable, porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia.




1984. George Orwell

martes, 12 de abril de 2011

(...) Y esas obviedades son, a fin de cuentas, las que vienen a recordarnos (entre otras muchas instancias culturales) estos festivales y estas filmotecas; es decir, que la cultura y la expresión artística no saben de conveniencias ni de intereses industriales, que el buen cine no lo imponen los nombres ya consagrados sino las buenas películas, que es preciso mantener y apoyar las instituciones públicas capaces de abrir espacios a la pluralidad, a la expresión creativa más exigente (por minoritaria que ésta resulte a veces), a la programación independiente de los intereses industriales o políticos.
Y conviene recordar todo esto precisamente ahora, cuando de nuevo se intenta poner en cuestión la independencia de las instituciones culturales y de su trabajo a largo plazo (…).
Es preciso recordar, en definitiva, que segarle la hierba bajo los pies a estas instituciones es una forma como otra cualquiera de suicidio cultural.

(Carlos F. Heredero, Cahiers du Cinema nº 38, octubre 2010) 

lunes, 28 de marzo de 2011

A ver qué pasa

Encontrarse a horas intempestivas y volver tarde a casa.
A ver qué pasa.
Probar a responderte las miradas.
A ver qué pasa.
Dormir a pares con la vigilia interrumpiendo.
A ver qué pasa.
Agrandar tus detalles y construir una idea con ellos.
A ver qué pasa.
Dejarte entrar cuando las ganas nos puedan.
A ver qué pasa.
Interrumpir el invierno por tiempo indefinido.
A ver qué pasa.
Inventarse una confianza para creérsela.
A ver qué pasa.
Obviar la inseguridad y llevar la iniciativa.
A ver qué pasa.
Sincerarse con metáforas abiertas al público.
A ver qué pasa.
Dejarse llevar.
A ver qué pasa.
Olvidar que antes he vivido, y dar de nuevo el salto al vacío.


Probar a quererte. A ver qué pasa.

miércoles, 23 de marzo de 2011

La importancia de tener inquietudes culturales

- Con esto no quiero decir -dijo- que sólo los hombres cultos, los estudiosos, puedan hacer una aportación valiosa al mundo. No es así. Lo que sí afirmo es que si esos hombres cultos, esos estudiosos, son además brillantes y creativos, lo que desgraciadamente se da en muy pocos casos, dejan tras de sí un testimonio mucho más valioso que aquellos que son solamente brillantes y creativos. Tienden a expresarse con mayor claridad y, generalmente, a llevar con pasión su pensamiento hasta las últimas consecuencias.  Y, lo que es más importante, nueve de cada diez veces son más humildes que el hombre no cultivado.



"El guardián entre el centeno", J.D. Salinger.

martes, 8 de marzo de 2011

Y una noche impar de esas que últimamente ganan por mayoría, te da por recordar ese contacto horizontal que tenía el don de proporcionarte una seguridad ilimitada. Ese en el que el calor que emanaba su piel te susurraba que no te podía pasar nada, que todo estaba bien, que estabas a salvo.
Y con la sensación de protección ya interiorizada, los párpados se rendían a la gravedad y la conciencia te abandonaba en un viaje de ocho horas.

Lo recuerdas. Y el recuerdo te produce el efecto contrario de ese abrazo a oscuras, a pesar de que sea tan nítido que casi puedes sentirlo como a un miembro fantasma. Pero aunque hayas retenido en tu memoria esa sensación como si la hubieras vivido recientemente, descubres que la única diferencia reside en que al darte la vuelta para responder, la realidad te recibe adoptando la textura de tus sábanas.

martes, 1 de marzo de 2011

Rayuela

La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores.
En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (...), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar.
Y porque se ha salido de la infancia (...) se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato. (...) Una piedrita y la punta de un zapato, eso que la Maga había sabido tan bien y él mucho menos bien (...)


Julio Cortázar

martes, 22 de febrero de 2011

Siempre había tenido la habilidad de abstraerse en las discusiones. A pesar de los gritos, el sentido auditivo estaba cubierto por una gruesa capa de indiferencia, y la voz cada vez más aguda chocaba con su mirada hueca y se transformaba en un zumbido.

Decidió entonces concentrarse en el rostro que gestualizaba de forma exagerada frente a ella: estaba enmarcado por una melena cada vez más corta, escasa y quebradiza, como la ilusión, los sueños, las ganas, la vida. Los años le habían robado el color, sustituido por mezclas químicas, hermanas de los ingredientes que componen el tinte del alma, pues ésta se vuelve cana con el paso de los años.
En sus ojos se había instalado el cansancio, que había esculpido su mirada, transformándola de tal forma que resultaba complicado atisbar los restos de la sonrisa ocular que empeñó para correr con los gastos de unas circunstancias impuestas. La comisura de sus labios había adoptado la forma de la gráfica de su vida, constituyendo una línea descendente cada vez más fina.

Quiso dejar paso a la observación general, y apareció ante ella un espejo con aspiraciones de futurólogo que portaba un panfleto con pequeñas anotaciones sobre un pasado. La cara que tenía ante ella había sido hermosa, pero la cirugía de los acontecimientos la deformaron con el bisturí de las malas elecciones hasta transformarla en una caricatura cansada de lo que fue.
Las arrugas que le surcaban el rostro eran demasiado profundas para su edad, y estaban estratégicamente colocadas atendiendo a las emociones y sentimientos que la habían gobernado estos últimos años: en la frente, la preocupación, en los ojos, el llanto, y en la boca, los numerosos cigarros con significados no interpretados.

Un sentimiento de angustia la invadió al ver su muy probable futuro, pues a pesar de que se había jurado no ser como ella, en el fondo sabía que se parecía más de lo que hubiese deseado.
Ante el asombro y el enmudecimiento repentino de los repetitivos gritos vacíos, se dio media vuelta y se dirigió a su habitación. Abrió el cajón que contenía su equilibrado desorden y cogió el aparato que le permitiría retener su personalidad no violada aún por la urgencia del tiempo. Quería saber quién era y quería mantenerlo, quería ser una heroína, la primera persona en vencer al auto-olvido.

Click.

martes, 8 de febrero de 2011

Siempre pensó que el mar era de color verde...





... hasta que un día descubrió que era azul oscuro.

jueves, 3 de febrero de 2011

Viento

Cuando el aire se enfurece y viaja a la velocidad de la luz por toda la ciudad, sus habitantes enloquecen.

Las sonrisas son lacrimógenas, las palabras bonitas se gritan y los insultos se convierten en susurros. Los llantos provocan carcajadas y la preocupación, cosquillas.

Todos están preocupados por este fenómeno que desordena su segura monotonía. El viento entra por la oreja derecha y remueve todos los pensamientos; luego, cuando escapa por la oreja izquierda, el mundo del afectado está patas arriba.

Los animales también están desconcertados, no saben si salir de sus guaridas o permanecer en ellas. Llueve, luego hace sol, inmediatamente después nieva, el sol asoma de nuevo para luego esconderse y dejar paso a los granizos, que poco a poco se convierten en lluvia, en nieve, y finalmente el sol vuelve a salir.


Sólo nos queda bailar bajo la lluvia, cerrando los ojos para no deslumbrarnos por el sol mientras pensamos en si el muñeco de nieve que vamos a hacer llevará gorro o no.


Viva la locura que trae el viento.

miércoles, 26 de enero de 2011

Tener ganas de todo esto

Lo completo, más un añadido. El añadido que es tu reflejo con otro nombre, otra cara, otro tamaño. Pero el interior es idéntico. Por eso es un reflejo, porque puedes ver lo más importante.

Esto te permite ver el sol en una tarde borrascosa. Te permite sentir mayo en el enero más duro y nevado. Te permite volver a sonrojarte, bajar la mirada y quejarte de tu cuerda estomacal. Un extraño dolor que te encanta, como cuando te haces un piercing.

Vuelve a instalarse el largo plazo con música de piano.


Y las agujetas faciales.

lunes, 17 de enero de 2011

(...) No es que falten buenas historias. Es que hay que saber cómo contarlas. Y cómo montarlas. Es una pena porque en los viejos tiempos lo que importaba eran las historias. Un director era un artesano que hacía películas. Lo que contaba era más importante que su ego. Hoy, por desgracia, tenemos ordenadores.



(Ernest Borgnine)

viernes, 7 de enero de 2011

Érase una vez una niña en cuyo interior guardaba una habitación oscura. En ocasiones, la habitación crecía mucho, y otras veces se hacía tan pequeña que casi ni la sentía.
Un día la habitación empezó a aumentar su tamaño. La niña no le dio importancia, pues pensaba que tarde o temprano volvería a empequeñecer, como pasa siempre.
Pero esto no sucedió, y la habitación oscura fue haciéndose cada vez más grande, hasta volverse incontrolable, y se comió a la niña.

Érase una vez una habitación muy oscura en cuyo interior habitaba una niña.

martes, 4 de enero de 2011

Cinema italiano

Uno de los grandes misterios del siglo XX es el de la desaparición del cine italiano. Lo natural hubiera sido que Rossellini, De Sica, Lattuada, Visconti, Antonioni, Fellini, Pasolini, Monicelli, Risi, Lina Wertmüller y otra docena más, hubiesen creado escuela. Era lo que parecía apuntar en Marco Bellocchio o en el Bertolucci que llega hasta Novecento, y en no pocos más jóvenes, que se prometían ser la generación sustitutiva. Pero no. Bertolucci se convirtió en un director de consumo, capaz de hacer lo mismo que hacen los buenos artesanos de Hollywood, los cuales abundan. Vancini, tras su ruptura crítica con la izquierda, fue debilitándose y terminó una serie para la televisión: La Piovra. Scola también se ha ido desvaneciendo a partir de La famiglia, su última gran obra, de 1987. Los otros murieron. Dejaron un legado importante, una obra de la que hay que aprender y sin la cual el cine de hoy, en todo el mundo, sería imposible [...] Por ejemplo, Deconstructing Harry sería inconcebible sin Ocho y Medio. Probablemente no haya nada que lamentar, pues, debido a la discontinuidad del cine italiano, a menos que uno sea italiano y nacionalista, el cine, todo el cine, se continúa en todo el cine, se ruede donde se ruede.

Horacio Vázquez-Rial