martes, 4 de mayo de 2010

Misfits


 No suelo escribir sobre series, sobre todo porque no muchas llegan al standard de calidad adecuado que las asemeje al cine. Pero Misfits, a pesar de no ser un The Sopranos (por la estética y planificación cinematográficas), se merece una entrada, por su cuidadísimo y estudiado guión, por sus buenísimos actores, por la gran construcción de personajes que hay.
Misfits trata de unos jóvenes delincuentes que tras una extraña tormenta de granizo adquieren una serie de poderes, aunque no son los únicos, ya que todas las personas que vivieron la tormenta se han visto dotados con poderes. Según esta premisa todos pensarían que los protagonistas los usarían para hacer el bien y defender a inocentes, pero se nos olvida que esto no es USA, y que ellos son delincuentes. No obstante estos poderes no protagonizan ni eclipsan las tramas, únicamente son una excusa para ellas, ya que en la serie lo importante es ahondar en los protagonistas, en sus emociones, en las relaciones entre ellos, en las que sus poderes no son más que un accesorio, en ocasiones molesto.
Si a priori el espectador podría verse incapaz de empatizar con los personajes, a lo largo del primer episodio logrará ir con ellos, sufrir con ellos, y querrá saber todo sobre ellos, sobre su vida, su pasado, algo que nos irán contando con cuentagotas a lo largo de la serie (de sólo 6 capítulos) y que encontrará su punto álgido en el cuarto episodio. El secreto está en la gran construcción que se ha hecho de los cinco protagonistas, cada uno con una personalidad muy definida y distinta a la de los demás; incluso los acentos están trabajados, de manera que, por ejemplo, el personaje de Kelly, una barriobajera, habla como las barriobajeras londinenses. Los personajes están tan trabajados que el más insoportable resulta el más carismático, a pesar de que objetivamente es despreciable. Hablo, sin duda, de Nathan, quien podría considerarse como el personaje principal, quien, irónicamente, no tiene ningún poder aparente.

Dicen que Misfits es una mezcla de Skins (serie que se emite en la misma cadena, la británica E4) y Heroes, pero creo que, obviando las comparaciones, esta serie consigue un sello único, personal y reconocible, ya sea por su característica fotografía que impresiona desde el comienzo, o por su cuidada banda sonora, que toca grupos como Florence and The Machine, Hot Chip, LCD Soundsystem, Klaxons, Prodigy o The Rapture, cuya canción Echoes se oye como cabecera de la serie.

Podría pensarse que en 6 capítulos no da tiempo a desarrollar tramas con personajes tan complejos, ni siquiera a construirlas debidamente, pero los guiones están tan bien escritos que hace que cada episodio resulte relamente intenso, y además todo está perfectamente hilado, hasta el detalle aparente más absurdo, y esto se comprobará en el episodio final, apoteósico, en el que se cierran todas las dudas y consigue sorprender aún más al espectador, dejándolo con ganas de más. Misfits, como despedida, pone una preciosa guinda final y termina de enamorar al espectador con el espléndido discurso generacional de Nathan; algo así no se veía desde el que dio Mark Renton en Trainspotting.

Y si la serie se ha hecho corta, no hay que preocuparse. Este mes comienza el rodaje de la segunda temporada de Misfits.