miércoles, 28 de octubre de 2009

Retrospectivas




A veces puedes permitirte el lujo de soñar.  Y vives en los 60, en París. Te llamas Patricia, aunque sabes que en otra vida fuiste Cècile. Trabajas en el New York Herald Tribune y te vas con cualquiera que te haga caso, aunque finges hacerte la estrecha. Desde aquel verano ya no ves más en color, pero disimulas bajo una capa de desgana.
Puedes estar enamorada y al minuto siguiente traicionar a la mala copia francesa de Humphrey Bogart que es tu amante. Paseas por los Campos Elíseos y cuelgas láminas de famosos pintores en tu habitación alquilada, la última, de Renoir.
Te rodea una nueva ola, y quieres quedarte allí para siempre, pero lo nuevo sólo es nuevo temporalmente, y los 60 pasan, pero siempre te quedará la opción de mimetizarte con la imagen en movimiento de tu sueño cuando roces tu dedo pulgar con los labios.

sábado, 17 de octubre de 2009

De autómatas

La habitación se encuentra a oscuras, sólo iluminada por las palabras vacías de una caja que se sitúa frente a mí.
Me encuentro en un sofá, tirada como un trapo, como si mis músculos hubiesen devorado a mis huesos. La mirada fija, el pensamiento hueco, la boca entreabierta y la respiración pausada. Mis únicos movimientos son unos leves pestañeos programados y la hiperactividad de mi dedo pulgar que busca incansablemente el interruptor de mi cabeza.

Click. Me enciendo.

Le digo a mi sombra que eche un vistazo a la situación y me informe. “Qué vida más triste” me dice, o puede que sea yo quien lo haya pensado en voz alta. Rebobino la cinta que he grabado hoy y advierto que mi sombra tiene razón, que me asemejo a una máquina cuyos movimientos son inconscientes: despierto, estudio, como, estudio y observo desde la pasividad absoluta las tendencias caníbales de mis músculos.

Mis ojos se dirigen a una de las muchas cadenas que he ido haciendo en mis clases de manualidades: no me ha llamado. Hoy tampoco toca. Así que empiezo a pensar que la telepatía no es una buena forma de comunicación, o que entre mi cabeza y la tuya no hay cobertura, o que entre tu casa y la mía hay demasiada distancia para que mis llamadas calladas te lleguen. Aun así, no me atrevo a dar el paso de decir lo que mi mente te grita y el eco se niega a repetirte.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Antichrist -Lars von Trier- (2009)
























Título original: Antichrist
Dirección y guión: Lars von Trier
País: Francia, Italia, Alemania, Suecia, Polonia, Dinamarca
Año: 2009
Duración: 109 min.
Reparto: Willem Dafoe, Charlotte Gainsbourg



Según el director danés esta película ha servido para sobrellevar una depresión que arrastra desde hace tiempo. Tras verla, se llega a la conclusión de que no es recomendable hacer películas en ese estado.
En Anticristo, Lars von Trier hace un alarde de prepotencia al presentarnos la introducción y el epílogo de una manera prescindible y fuera de lugar. No era necesario ese alarde de buena dirección a cámara lenta y con esa música de fondo, como tampoco algunos primeros planos que recuerdan a una escena de Los idiotas (aunque en ese filme sí eran necesarios). El egocentrismo, en este caso, le puede al co-creador del Dogma 95.

Aparte de esas dos partes, el resto de la dirección, así como de los demás elementos del rodaje, están cuidados y en la línea de von Trier. No así el guión, puesto que parte de una historia que cada vez se va haciendo más retorcida hasta llegar a un punto en el que, sin saber porqué, todo da un giro de 180º. Falta, pues, una justificación del comportamiento de los personajes, y si la hay, se muestra confusa y da la sensación de constantes lagunas.

Anticristo no es una película de terror, y tampoco una película porno, como muchos han dicho. Lo que es cierto es que transmite un mensaje de misoginia que, a pesar de que el director negó que fuera así, se siente como tal. Las razones son que constantemente los planos y el guión nos hacen ponernos desde el punto de vista del personaje de Willem Dafoe, esto es, la película está contada desde el punto de vista masculino, y aunque no fuera su intención, a las pruebas anteriores me remito. Que esto sea así nos da una visión del personaje de Charlotte Gainsbourg (cuya actuación salva la película, a pesar de que la química entre ella y su compañero fuera nula, no son nada creíbles como pareja) de una loca que se deja llevar por las emociones y que carece de lógica.

Más vale que Lars von Trier se dedique a terminar su trilogía de los Estados Unidos que tan buen resultado le dio con Dogville y Manderlay y comience de una vez por todas a escribir el guión de Wasington (sin h).


jueves, 1 de octubre de 2009

Time of the season -The Zombies-

























El verano es amarillo y azul con toques de verde, huele a agua, a sol, a crema solar, a cloro, a hierba y a piel. El verano sabe a ensalada, a sandía, a sal, a limón y a tarta de cumpleaños. El verano suena a olas, a paseos, a sorber por pajita, al vuelo de un mosquito, y también el verano suena a Time of the season de The Zombies, o puede que al revés.

Ya al inicio del tema se viene a la mente sin poder evitarlo el recuerdo de una tarde seca, silenciosa y abrasadora. Esas tardes de sobremesa en las que las calles se vacían y el amarillo lo invade todo.
Segundos más tarde, la voz de Colin Blunstone nos traslada a un refrescante baño en un mar del sur cuyas olas mecen los cuerpos deseosos de descanso, esos baños que invitan a la reflexión y unen irremediablemente y de por vida al bañista y a las aguas que le acogen.

Time of the season es la banda sonora de una estación ansiada, alegre, renovadora, aquella que más recuerdos guarda, recuerdos y emociones que se vuelven presentes cada vez que se oye esta canción, por lo que es posible recrear un microverano de tres minutos y medio en el invierno más crudo, con la finalidad de calmar los fríos internos y dar la esperanza de la venida de una nueva tarde de verano.